Tercera adaptación del libro de Erich Maria Remarque sobre sus propias experiencias durante la I Guerra Mundial. La primera, la mejor, de 1930, la segunda, la menos buena, de 1979, y la que nos ocupa, que acaba de salir en Netflix. Sigue hilo:
La nueva Sin novedad en el frente es superior en un apartado: el visual. Estamos ante un espectáculo que, sin embargo, no pone ningún énfasis en lo épico a través de sus medios, sino en ensuciar todo lo máximo posible, llevarnos a la debacle, a lo absurdo: a la pesadilla.
Cruda, explicita, sin concesiones. Algunos planos llevan directamente a pinturas del expresionismo alemán. Como hiciera Malick en La delgada línea roja, con la que podríamos sacar ciertas conexiones, Berger (de la serie The Terror) sabe sacar planos bellísimos dentro del horror.
Quizás alarga demasiado el último tercio, y dos horas hubieran sido suficientes. Quizás hay situaciones demasiado previsibles y de brocha gorda en su mensaje, pese a todo, muy necesario y acorde a lo que seguimos viviendo un siglo después.
EN DEFINITIVA: Un bélico de digestión difícil desde el punto vista alemán, que apuesta por hundirnos en el fango. Nos lleva a las trincheras sin melodías ni fanfarrias. Ya conocemos la historia. Sigue siendo necesaria.